Corría el año de 1928 cuando el peculiar caso de Leonard Zelig dejó boca abierta y sin explicaciones a la ciencia, El señor Zelig maravilló a los científicos por la habilidad de cambiar tanto de forma física y de personalidad, imitando a quien estuviera a su alrededor sin importar raza, edad, religión, idioma. Su capacidad de metamorfosis, desarrollada para ser aceptado por la sociedad, no encontró solución ni cura en la ciencia, por lo que cayó en una feria de fenómenos en donde se convirtió en toda una sensación, lo que lo llevó a estar codo a codo con personajes como los presidentes Hoover y Coolidge. Pero hubo alguien, la Doctora Eudora Fletcher quien lo rescató e incorporó a la normalidad al tiempo que se formaba un lazo sentimental entre la doctora y el camaleónico Zelig.
Dicho caso tan interesante fue documentado en la cinta Zelig de 1984, escrita, dirigida y protagonizada por Woody Allen.
Filmada en su mayoría en blanco y negro, ambientada en los años 20´s, con todo el formato y concepción de documental, Allen, logra retratar y dar vida a la época, para crear una cinta con apariencia de documental, que por la verosimilitud con que se cuenta la historia, el buen trabajo de la fotografía y tomas en que Zelig comparte el tiempo y espacio con personajes históricos y las escenas a color en las que los que rodearon al protagonista cuentan su historia, aumentan el realismo, por momentos uno piensa que es un documental de verdad.
Nominada al Oscar por mejor vestuario y mejor fotografía, Zelig, novena cinta de Allen, es una extraordinaria película, con personajes muy bien creados e igualmente interpretados por el mismo Woody y su compañera Mia Farrow.
Woody Allen en Zelig, da continuidad a su trabajo de hacer de su película un documental irreal, hasta cierto punto incoherente e infinitamente cómico propuesto ya en Take the Money And Run de 1969.
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